Su exasesor Jerome Champagne se presentará como candidato a la presidencia de la federación de fútbol.
Hasta ahora nadie se había atrevido a desafiar el poder de Joseph Blatter al frente de la Federación Internacional de Fútbol, donde es amo y señor desde 1998. Pero este lunes (15.09.2014) el francés Jerome Champagne confirmó que será el rival en las elecciones de la institución, que se realizarán en mayo de 2015.
Semanas antes Blatter había informado que su candidatura será anunciada oficialmente en 25 de septiembre, por lo que se conforma un escenario con dos aspirantes al puesto.
“Tengo el honor de informarles que acabo de escribir a la Comisión Electoral Ad-hoc de la FIFA y a su Presidente, el Sr. Domenico Scala, para confirmar mi intención de presentarme como candidato a la presidencia de la FIFA”, informó Champagne, de 56 años, por medio de una carta publicada en su sitio web. “Esta confirmación se ha hecho en la línea del anuncio de mi candidatura efectuado el 20 de enero de 2014 en Londres”, agregó.
El francés fue mano derecha de Blatter hasta que dejó la institución en 2010. Su compatriota Michel Platini sonaba fuerte como un candidato fuerte para derrotar al actual mandamás de la institución, pero decidió no seguir adelante con el plan. En cambio Champagne, cuyas posibilidades frente al suizo parecen escasas, tiene fe. En agosto dijo que tenía bastante apoyo, tras varios meses buscando respaldo. “Yo no hablo, yo trabajo”, dijo entonces.
Mantener lo bueno, cambiar lo otro
“Quiero continuar lo que se ha hecho y se ha hecho bien en los últimos cuarenta años (por ejemplo, la organización de competiciones de la FIFA en todo el mundo), pero también quiero incrementar lo que sea preciso, como por ejemplo los programas de desarrollo. Será necesario efectuar las reformas estructurales necesarias y hacer frente a las nuevas exigencias de nuestro tiempo en términos de transparencia, ética y proximidad”, apuntó Champagne.
“La elección de 2015 no debe estar determinada en base a las personas, sino en sus perspectivas y un programa que nos comprometerá durante una década. Esos años serán cruciales para el fútbol y muy especialmente para la FIFA, que está en una encrucijada y precisa reformas que van más allá de lo que ya se ha logrado. Además, la FIFA debe hacer frente al desafío del debilitamiento de su imagen si quiere llevar a cabo serena y completamente la integralidad de sus misiones